Venga tu Reino
Todos los que hemos sido criados o formados en un contexto cristiano (católico, protestante, ortodoxo, etc…) en algún momento de nuestra vida hemos hecho esta oración: El Padre Nuestro. En el colegio católico en el que cursé mis primeros años de estudio se rezaba y repetía una y otra vez el “Padre Nuestro” y, ciertamente, mi boca repetía, pero la verdad es que varias de las frases no las lograba comprender del todo, de hecho, me desconcertaban.
Por ejemplo, esta frase “…venga tu Reino…” me dejaba confuso porque ¿cómo se explica que un ‘Reino’ viene?, literalmente, ¿cómo se traslada? Hasta entonces había pensado que un Reino era un lugar geográfico, un territorio con un Rey, un Monarca y que me remitía a historia antigua propia del continente europeo, de Asia, pero ajeno a nuestra historia reciente en esta parte del mundo. Para mi en ese momento era una petición sin sentido alguno, por más que la repitiera una y otra vez.
Si podía entender y ver a Dios como Rey, como Monarca de su Reino en el que, por supuesto, EL reina y se hace su voluntad, Reino al que, cumplido determinados preceptos podría ingresar con la venia del Rey o quedar fuera de su ámbito por no cumplir esas reglas. Pero ¿venga tu Reino? Es decir, no soy yo el que va sino que Jesucristo me enseña que pida que EL venga, o en otras palabras, ¿es posible entonces que el Rey de Reyes, Señor de Señores se levanta de su trono al oír mi petición para encontrarse conmigo donde yo me encuentre?
Para mi no tenía ninguna lógica, ningún sentido, no entendía nada…pero traspasó mi corazón. Rey de Reyes, Creador del Universo, Alfa y Omega, y al mismo tiempo, mi Padre capaz de movilizar a todo su Reino para encontrarse conmigo, este donde este, este como este.
Extraordinario, asombroso, maravilloso, más allá de la razón, de la lógica…mi Padre, nuestro Padre es el Rey…venga tu Reino…vivamos su Reino.